Jesús Anaya Rosique.
Editor e investigador / Colaborador del FCE.
1. Existen cuando menos dos posiciones enfrentadas acerca de la definición y logros de las políticas públicas en materia de cultura: una posición sostiene que a partir de los gobiernos emanados de la revolución mexicana (con momentos claves como lo emprendido por José Vasconcelos… o con la creación de Conaculta en 1989…), se formularon y se pusieron en práctica políticas públicas de amplio alcance; o por el contrario, se constata críticamente la ausencia de políticas públicas integrales y coherentes en México, en este texto en particular relativas a educación y cultura, en todas sus articulaciones institucionales (en los tres niveles de gobierno: federal, estatal y municipal).
2. Señalamos en el campo de la coyuntura política presente:
Objetivos prioritarios del nuevo gobierno.
• Combatir la desigualdad y la pobreza para implantar la justicia social.
• Desterrar la corrupción en todos los niveles del Estado y de la sociedad.
• Consolidar prácticas democráticas en todos los ámbitos políticos e impulsar un desarrollo económico igualitario.
Y de las avanzadas sociales:
• Construir desde la base de la sociedad una democracia participativa y autogestionaria, sobre los cimientos de una economía social solidaria.
3. Contexto específico: problemas actuales de la industria editorial. Retos y perspectivas
¿Cuál es el desafío presente?
• Lograr un crecimiento sostenido y con rentabilidad, aunque la realidad editorial aparece como un campo minado y lleno de obstáculos…
4. ¿Qué país tenemos?
Lo que documenta el Censo de Población de 2010 (con datos actualizados):
• Insuficiente cobertura educativa y cultural, al igual que sucede en las otras necesidades básicas: empleo, salud y alimentación, vivienda y transportes públicos…
• Aumento generalizado de la pobreza y la desigualdad sociales: “muchos tienen muy poco y unos cuantos demasiado…”.
• Existe un vínculo entre EDUCACIÓN DE CALIDAD y COMPORTAMIENTO LECTOR: en México solo hay un 2% de lectores frecuentes entre los 120 millones de habitantes; según datos de la ONU, la situación en otros países oscila entre un 18% de lectores frecuentes en Chile y 91% en Japón…
5. ¿Qué encontramos en el ecosistema del libro, las lecturas y las escrituras?
• Una oferta “tradicional” variada y múltiple en todos los temas y subgéneros de edición.
• El “cuello de botella” está en los bajos índices de lectura y en canales defectuosos de promoción, exhibición y venta, basta analizar los “escenarios del libro” (librerías, bibliotecas, escuelas, lugares de trabajo, entorno digital…).
• Falta información adecuada y oportuna para el estudio básico de la oferta editorial y la demanda social, fundamental para una “orientación al mercado”, una selección apropiada de títulos y una política comercial y de promoción idóneas.
• Arrastramos un “síndrome crónico de insuficiencia estadística”.
¿Qué resulta urgente?
• Analizar críticamente los datos disponibles de la Caniem, de los “escenarios del libro” y otras fuentes de información (como la Agencia Nacional del ISBN, que debería ser administrada por el sector editorial), para conseguir su congruencia y transformación profunda.
• Levantar un mapa crítico de las librerías, las bibliotecas y el estado de la lectura.
Primera conclusión: una industria editorial precaria e inmadura, dominada por los grandes grupos multinacionales.
Objetivos estratégicos:
• Impulsar la lectura en todos los niveles de la sociedad y multiplicar los lectores.
• Atender la demanda potencial suprimida debido a accesos restringidos.
Tareas urgentes:
• Promover la lectura entre lectores infantiles y juveniles.
• Revitalizar de manera permanente los fondos editoriales.
Las políticas públicas estratégicas buscarán impulsar el desarrollo de la industria editorial en la sociedad.
Algunas preguntas incómodas:
• ¿Vivimos en una verdadera democracia?
• ¿Quiénes deciden y cómo deciden (sin la participación ciudadana):
• Los contenidos de las acciones educativas y culturales del Estado;
• Los programas escolares y los libros de texto únicos y obligatorios.
• Los acervos de las bibliotecas públicas y escolares?
• ¿Cuántos millones de ejemplares NO circulan por nuestras librerías y se quedan almacenados en los depósitos editoriales?
• ¿Por qué millones de mexicanos no consideran a las librerías como organismos sociales de primera necesidad (ni son atraídos por las raquíticas bibliotecas públicas)?
En consecuencia, está a discusión el papel del Estado en los siguientes aspectos:
• El que se haya convertido en el editor principal de la oferta educativa, sobre la cual ejerce un monopolio antidemocrático.
• En cambio, que no haya asumido su verdadera función como facilitador y promotor social, y desde luego como comprador de libros para las bibliotecas públicas y escolares.
Una condición necesaria para una nueva relación: que debe establecerse una alianza autónoma y no subordinada entre industria editorial y Estado para recuperar la capacidad exportadora de libros y la compra-venta de derechos subsidiarios, que perdieron los editores mexicanos en décadas anteriores por decisiones equivocadas de política económica, lo cual favoreció la competencia asimétrica y desigual de España.
Hoy, por ejemplo, el 80 % del mercado nacional de libros de interés general (y en cifras similares los otros subsectores de la edición), están en manos de los grandes grupos multinacionales, que además controlan el intercambio internacional de derechos de autor.
Desde esta perspectiva crítica, es imperativo realizar las acciones siguientes:
• Analizar las cifras de exportación-importación de libros para modificar la actual balanza comercial negativa y garantizar la bibliodiversidad.
• Emprender la revisión crítica y reformulación de la Ley del libro vigente (¿dónde están los beneficios prometidos con la imposición del precio fijo?)
• Implantar los estímulos fiscales que impulsen el desarrollo y beneficien a todos los actores del ecosistema del libro y las lecturas masivas.
Breve memorial de agravios:
a) Persistencia de la debilidad estructural de los canales de distribución y venta de libros, escasos y concentrados en pocos centros urbanos (librerías solo en el 6% del total nacional de municipios); una red nacional de bibliotecas públicas y escolares con acervos desactualizados; universidades y otras instituciones de enseñanza superior ¡¡sin verdaderas bibliotecas!!).
b) Ausencia de políticas públicas integrales y coherentes que beneficien a todos los actores del ecosistema del libro y delimiten la intervención (en la práctica una verdadera y desigual competencia) del gobierno en la actividad editorial.
c) El uso de libros asociado solo a la educación (un mercado cautivo y seguro…).
d) Concentración de la oferta editorial en pocos títulos (best sellers) y empresas.
e) En la práctica, acceso difícil de muchos lectores a los libros.
f) Deficiente atención comercial, concentrada únicamente en ciertos puntos del territorio nacional (las tres ciudades principales); y falta de incentivos para la exportación.
Y paradojas críticas:
• Invisibilidad de la oferta editorial en los escasos puntos de venta.
• Demanda suprimida (y en consecuencia dificultades graves en el acceso a los libros, tanto en los puntos de venta como en las bibliotecas públicas).
• Índice elevado de devoluciones (promedio 53%) y precios de venta que no consideran la situación económica de estratos mayoritarios de la población.
No solo los libros experimentan estas graves dificultades, también las publicaciones periódicas, que tienen problemas en la distribución, en la venta de publicidad, carecen de registros veraces de su circulación, y enfrentan la competencia desigual con los grandes grupos y costos de exportación elevados…
6. Metas estratégicas de la industria editorial mexicana
• Auspiciar la creación de pequeñas y medianas empresas editoriales nacionales, que acoten el predominio actual de las grandes corporaciones. multinacionales en nuestro mercado (que hoy han llegado a controlar el 70 -80 % del mercado de libros de interés general y porcentajes similares en otros subsectores: escolar, infantil-juvenil, científico-técnico…).
• Proponerse el aumento de las exportaciones de libros y en paralelo la adquisición de los títulos extranjeros que promuevan la bibliodiversidad en el mercado nacional y en el ámbito de la edición en lengua española para recuperar la presencia internacional que tuvo nuestra industria en la década de los años 60.
• Lograr que la política gubernamental del nuevo gobierno otorgue estímulos fiscales para que pequeños y medianos empresarios culturales establezcan, a corto y mediano plazos, librerías independientes en todo el país (a semejanza de los planes de desarrollo industrial que se crearon en los años 50 para alentar la industrialización), y propiciar efectivamente el acceso de la población a los libros y garantizar la lectura popular.
• Establecer en todo el país una amplia red de verdaderas bibliotecas públicas, con acervos esenciales y de actualización permanente, préstamo de libros a domicilio y horarios de servicio que puedan aprovechar los trabajadores.
En síntesis, democratizar la cultura.
7. Una cuestión esencial de democracia
Es una cuestión esencial de democracia educativa y cultural limitar la participación del Estado en la concepción, publicación y distribución monopólicas de los textos de educación básica, así como de la determinación unilateral de los contenidos de los diferentes niveles de la enseñanza pública y de los acervos de la red nacional de bibliotecas públicas, contenidos en donde no interviene la sociedad civil, pues son decididos exclusivamente por comités internos controlados y dirigidos por instancias gubernamentales (como la SEP, la Conaliteg y la Secretaría de Cultura).
En cuanto a los libros de texto (definidos como obligatorios y únicos), y presentados equívocamente como “gratuitos” (cuando su financiamiento proviene de las contribuciones fiscales de los ciudadanos), repartidos directamente a los escolares, “matando así el canal”, es decir, privando a las librerías (una de las causas de su limitado número y concentración en las principales ciudades de nuestra geografía) de uno de los subsectores editoriales de mayor público cautivo y masivo, frenando en la práctica su imprescindible desarrollo…
Habría que instaurar, en acuerdo con verdaderos representantes de la sociedad civil, un modelo de distribución de libros educativos básicos que utilice los enclaves libreros para que los padres de familia de los estratos populares recojan los textos escolares mediante el canje de cupones entregados en los planteles, con lo cual se lograría (entre otras cuestiones, el acceso masivo a los libros, el fomento de la lectura y el desarrollo de las librerías), que la población descubra que las librerías son los espacios sociales naturales donde están alojados y se adquieren muchas clases de libros, la herramienta básica para el conocimiento.
8. Otras ideas y propuestas:
• Formular un acuerdo amplio entre el Estado (sobre todo sus instituciones culturales y educativas) y la sociedad civil (encabezada por el ecosistema del libro) para definir una Política nacional del libro, las lecturas y las escrituras, que democratice en verdad el acceso y uso, a través de un conjunto de acciones de corto, mediano y largo plazos:
• Emprender el fortalecimiento de la red de verdaderas bibliotecas públicas, universitarias y escolares, y creación de nuevas bibliotecas que cubran todo el territorio nacional; y que estas bibliotecas tengan un sistema público de préstamo de libros a domicilio, con acervos esenciales y en constante actualización, y horarios de servicio que tomen en cuenta las necesidades de los trabajadores.
• Conquista de nuevos espacios de lectura pública y de numerosos puntos de venta (pequeñas y medianas librerías).
• Programas de fomento social de la lectura.
• Amplio alcance social de las tecnologías de la información. Impulso del entorno digital.
• Apoyo a la investigación del ecosistema del libro y la promoción de la lectura.
• Desarrollo y reforzamiento de la economía del libro. Debe quedar claro que el ecosistema del libro en México comprende dos tipos diferentes de empresas editoriales:
a) Editoriales cuyo presupuesto proviene del dinero público, tienen precios especiales para la adquisición de papel y acuerdos prioritarios para la impresión de obras con empresas gráficas que pertenecen al Estado, por lo cual deben tener un modelo de economía social que favorezca la difusión masiva de sus publicaciones y ofrezca a los lectores descuentos significativos en el precio de venta, ya que en este modelo el cálculo editorial que realizan las obliga al beneficio social y a la eficiencia industrial (no deben participar en la “cultura del despilfarro” que abarrota proverbialmente sus almacenes con millones de ejemplares), es decir, a trasladar el porcentaje que en la economía de las editoriales privadas se identifica con las utilidades del negocio editorial…
De esta manera las editoriales del sector público pueden contribuir en diferentes medidas a estrategias de verdadera promoción de las lecturas en gran escala y con resultados permanentes y acercarse a instaurar una “república de lectores”. Nos referimos en esta nueva e inédita etapa democrática de nuestra vida política a instituciones del sector público como el FCE, Educal, la DGP de la Secretaría de Cultura, la Conaliteg, el INEGI, los múltiples aparatos editoriales existentes en los tres niveles gubernamentales (federal, estatal y municipal), así como las editoriales de las universidades y demás instituciones públicas de enseñanza superior, que en conjunto representan un porcentaje significativo de la producción editorial en México. En este último caso (el de las prensas universitarias), habría que idear un sistema que, respetando la autonomía académica, reconstruya la zona de desastre en que se han convertido.
b) Y por supuesto, las editoriales privadas (micro, pymes y grandes empresas, nacionales y extranjeras, escindidas en su economía dada la naturaleza dual del libro: es uno de los más importantes bienes culturales, vehículo principal del conocimiento (y también del entretenimiento), y al mismo tiempo es también una mercancía peculiar pero que se comporta desde el punto de vista económico como tal, por lo que para reproducirse como empresas tienen que ser eficientes y obtener un porcentaje de utilidad fluctuante según las condiciones de su mercado.
En consecuencia, proponemos que la mejor política pública será la que coordine a los dos sectores en la propuesta común de una política nacional y democrática del libro, las lecturas y las escrituras, cuyos rasgos definitorios se originen en una discusión crítica y franca, abierta a la sociedad civil y al aparato estatal.
CDMX, febrero 27 de 2019
__________________________________________________
REFERENCIAS
Nota:
Este listado bibliográfico tiene su origen en una serie de pesquisas originales que se enriquecieron con la aportación resumida de los títulos reunidos en esta sección. Agradecemos a sus autores los aportes realizados al tema central de esta ponencia presentada en el 1er. Foro sobre políticas públicas para el ecosistema del libro, las lecturas y las escrituras en México, celebrado el 27 de febrero de 2019, en la sede de la Caniem.
Libardo Berdugo Palma, Cálculo editorial (Serie Profesional del Libro y la Edición), Cerlalc, Bogotá 1993.
Sabina Berman/Lucina Jiménez, Democracia cultural, FCE, México 2006.
Pierre Bourdieu, Une révolution conservatrice dans l’édition, en Actes de la recherche en sciences sociales, Vol.
126-127, marzo 1999, pp. 3-28.
José Luis Caraggio, Economía social y solidaria. El trabajo antes que el capital, Universidad Salesiana/ Flacso.
México 2011.
Cerlalc, Nueva agenda por el libro y la lectura: recomendaciones para políticas públicas en Iberoamérica,
Cerlalc, Bogotá 2013.
Jesús R. Anaya Rosique, “Cultura del libro” [Notas en Power point para el curso de Administración y gestión
editorial, UACM 2010].
Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural, 2001. http://portal.unesco.org/es/ev.php-
URL_ID=13179&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html. Web.
Alejandro Dujovne, ¿Y dónde está el Estado? Propuestas para pensar al Estado y la política pública en los
estudios del libro y la edición, en Badebec, Vol. 8 N° 15 (septiembre 2018) ISSN1853-9580
Dolores Díaz Aguirre, Las políticas culturales y las editoriales independientes, prólogo de Ernesto Piedras, Las
encantadas/La zonámbula, Guadalajara (Jal.) 2011.
“Economía social de mercado”, en Rodrigo Borja, Enciclopedia de la política, FCE, México 2012, 4ª. ed. ,tomo I
(A-G), pp. 671-672.
Julio Franco Corzo, Diseño de políticas públicas, Diexe editorial, México 2012, 2ª. ed.
Hernán López Winne y Víctor Malumián, Independientes, ¿de qué?, FCE, México 2016 (Colec.
“Librossobre¬libros”).
PNLL, Plano Nacional do Livro e Leitura. Textos e história 2006-2010, José Castilho Marques Neto (org.), Cultura
Academica Editora, Sao Paulo 2010.
Christian Robin, Pratiques de gestión editoriale. Du livre a internet, Editions du Cercle de la Librairie, Paris 2011.
Gonzalo Rodríguez Q., Manual de gestión y cálculo editorial, Cerlalc, Bogotá 1989.
John B. Thompson, Merchants of Culture. The Publishing Business in the Twenty-First Century, Polity Press,
Cambridge (UK), 2010.
David Thorsby, Economía y cultura, CUP, Madrid 2001.
Thomas Woll, Editar para ganar. Estrategias de administración editorial (tr. del inglés de Publishing for Profit.
Successful Bottom-Line Strategies for Book Publishers, Katonah (NY) 1998), FCE/Colec. “Librossobrelibros”,
México 2003.