Carlos Anaya Rosique.
Rector de la Unical.
Estimados miembros del presídium
Estimados colegas
Amigas y amigos
Agradezco a los medios de comunicación su presencia, siempre importante para la difusión de las ideas.
“Nunca somos los que fuimos ayer, doctor,
nunca seremos mañana los mismos de hoy…”
Palinuro de México, Fernando del Paso.
Para el gremio editorial mexicano es un honor contar con la presencia de todos ustedes en esta ceremonia, la más importante que la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem) realiza anualmente desde 1978.
Hay dos motivos por los que esta fecha es especialmente importante para la Caniem. Por una parte, festejamos al libro, motivo y razón de ser de la cadena productiva de la industria editorial. El Día Nacional del Libro, instituido por decreto presidencial, se celebra año con año en nuestro país cada 12 de noviembre; y, por otra parte, de manera destacada el gremio editorial mexicano hace entrega del premio Juan Pablos al mérito editorial y los premios Caniem al arte editorial.
En otras palabras, las ideas, la escritura, el libro, la lectura; es decir, los escritores, los autores, los editores, los trabajadores editoriales, los distribuidores, los libreros y, por supuesto los lectores son los motivos primordiales que nos reúnen hoy en esta celebración.
La escritura ha modelado el mundo y la cultura en que vivimos desde tiempos remotos. Ha acrecentado el número de las crónicas, los poemas, las fabulaciones, y ha extendido el espacio de su duración. Aunque la literatura oral se mantiene, ha sido la palabra escrita la que se vuelve perdurable, precisa, y permite su transmisión exacta, más allá de las interpretaciones de los narradores.
Llevar las obras literarias a los lectores es y será siempre una tarea compleja. Acudir con los libros a todos los rincones del país no es un tema resuelto. Hacen falta políticas públicas de apoyo y fortalecimiento del llamado ecosistema del libro que atiendan a la necesidad de que los lectores se encuentren con los libros, con las lecturas que prefieren, tanto las grandes obras de la literatura como las obras de su interés inmediato o los libros de texto necesarios. Lo importante, en fin, es lograr que los niños, los jóvenes, los adultos volteen a ver al libro, a interesarse en la lectura. Nuestra tarea entonces es que todos promovamos la lectura; y digo todos pues es momento de que esos objetivos se continúen en los nuevos proyectos gubernamentales.
La industria editorial será siempre un bastión para el desarrollo de la cultura escrita desde la pluralidad y la difusión irrestricta de las ideas; reivindicamos una vez más el derecho de publicación y de expresión que marca la actividad de la industria y que confiamos estará en concordancia con las políticas culturales del gobierno que en breve iniciará sus funciones.
En nuestro país, los lectores de libros son muy pocos y la mejor manera de promover la lectura es con una oferta cultural amplia, plural, en todos los espacios del país, en todos los medios y en todos los recintos. Las bibliotecas y las librerías deben estar en el centro de nuestra actividad.
Dotar de los presupuestos suficientes para que la cultura escrita esté en todos lados es una tarea urgente para los responsables de la cultura, la economía, la educación y la hacienda pública, tanto del poder legislativo como del poder ejecutivo. La violencia tiene un freno en la cultura. El objetivo es multiplicar a los lectores autónomos, críticos, capaces de participar en la toma de decisiones sociales: en eso habremos de colaborar, indudablemente.
Si nos preocupa la palabra escrita en sus distintos géneros, la literatura, la literatura técnica y científica, la que se dirige a la educación, base del proceso de formación social (y que cuenta con más de tres mil quinientos autores en las diversas materias), entonces, como Estado y como iniciativa privada debemos ocuparnos de la producción y el destino de los libros, cada cual en el ámbito de su competencia. Construyamos las políticas públicas necesarias con el concierto de todos los actores del ecosistema.
Los editores somos creadores, generadores, difusores y comercializadores de contenidos. El soporte a través del cual estos contenidos llegan al lector depende de sus gustos y necesidades. Lo esencial es que se conserve la calidad y se impida el trastocamiento del derecho de autor, columna vertebral del ámbito del libro.
La industria editorial se destaca por ser una industria cultural, que suma de manera importante el doble papel del libro: como objeto comercial y como elemento cultural básico. La industria editorial equilibra la gestión empresarial con el proyecto cultural. Se ha dicho en varios lados que el editor debe tener alma de poeta y entrañas de empresario, y que el afán de beneficio jamás puede convertirse en el motor exclusivo para una adecuada dirección editorial, pero no podemos olvidar jamás que su viabilidad estriba en que los ingresos superaren a los gastos, si es que queremos que nuestros proyectos culturales puedan consolidarse y salir adelante.
Hoy celebramos a los editores, a los libros, a los lectores, a una industria editorial que tiene mucho que ofrecer a la sociedad mexicana, al mundo; una sociedad que tiene mucho que cambiar, que tiene mucho por construir.
Hoy, desde aquí decimos bienvenidos los nuevos tiempos, bienvenida la posibilidad de participación de todos en las decisiones sociales, bienvenido el intercambio de ideas y proyectos.
Hoy estamos aquí en un esfuerzo por construir comunidad, actividad conjunta, proyectos colaborativos y por eso, en este presídium nos encontramos las autoridades de cultura, de educación, del libro y, por supuesto nosotros, que somos ustedes, la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana.
Bienvenidos todos los que quieran sumarse a este proyecto cultural llamado México.
Muchas gracias.