Obviedades. Día nacional del libro: ¿qué sigue?

Carlos Anaya Rosique.

Rector de la Unical.

 

(Una necesaria introducción)

Hace algunos años, en julio de 2016, escribí un texto en la columna Obviedades, que entre otros espacios se publicaba en La Silla Rota, y que traigo hoy a colación con motivo de la celebración del Día Nacional del Libro.

Para la curiosidad les comento que ese día fue establecido por decreto del año 1979, para conmemorar el natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz, y dio paso a la constitución de la Asociación Nacional de Libro (ANL), uno de los dos organismos que sobre el mundo del libro se han creado por decreto presidencial (el otro fue en octubre de 1975, CODIECLI, Comité Para el Desarrollo de la Industria Editorial y el Comercio del Libro, con el fin de atender a todo el campo de la actividad del mundo del libro). La ANL tuvo dos encomiendas: organizar la celebración del día nacional del libro y organizar la convención anual de editores, como tareas principales.

Ha corrido mucha agua desde entonces. La industria editorial, en particular, y el sector del libro en general (cuando hablo del sector, hablo también de las publicaciones periódicas) ha experimentado varias reconversiones y pasado por diversas crisis. Hoy el entorno nos muestra un panorama diferente, y parece que con una dispersión de esfuerzos, que si bien ha permitido la presencia de nuevos y jóvenes actores que aportan opciones y alternativas a la actividad editorial, es primordial encontrar los mecanismos para establecer un dialogo franco, abierto y con vocación gremial de todos quienes participamos, donde el protagonista no sea un individuo, sino el objetivo para encontrar la unidad y convención en los elementos básicos.

Un Instituto del Libro con participación del Estado, del sector social, de la iniciativa privada, de los pequeños proyectos, de los libreros, de los impresores, de los distribuidores, de los bibliotecarios es un camino; un instituto que promueva las leyes, las iniciativas, los proyectos conjuntos, la exportación, la importación, la atención social, la lectura. Un instituto que promueva el desarrollo de librerías (una por cada uno de los 2,400 municipios, por ejemplo), con participación de pequeños empresarios. Es discriminatorio que los lectores de x municipio solo puedan acceder a las ofertas, a las novedades, a los fondos editoriales si hay una feria, mecanismo que, si bien intenta subsanar las deficiencias de un mercado deformado, impide que se conozca la realidad que vivimos: la necesidad de lectura que tiene la población y la poca capacidad de la industria para poder atender a esa demanda.

Hoy, en el día del libro, celebremos combativamente: promovamos la lectura y sus espacios. Va el texto de referencia:

Obviedades. Variaciones sobre el mismo tema: la lectura
“Alrededor del tema de la lectura, y de los libros, se mueve una industria importante: la industria editorial. Es una industria cuya materia de trabajo es la palabra escrita. Los editores de libros y de publicaciones periódicas tienen como responsabilidad la de poner a disposición del público el producto del trabajo de los escritores, de los autores y son, por tanto, el medio entre ese escritor y un lector. Es por supuesto una intermediación necesaria, experta. No es lo mismo un texto escrito por cualquiera de nosotros así sin más que un texto revisado, analizado por especialistas, que tiene siempre como fin la mejora de la comunicación, en la búsqueda de un diálogo, que como tal debe tener elementos de coincidencia para poder darse. La industria editorial ha modificado formas de trabajo, sobre todo mejoras en procesos o avances industriales, que han sido pocos durante varios siglos, hasta hace no más de veinte años, cuando irrumpe en la vida social los procesos de digitalización y de apropiación de la información, conocidos formalmente como Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Las TIC provocan un vuelco en la manera de crear textos, de crear contenidos, libros, publicaciones periódicas y hacen del trabajo editorial un espacio muy dinámico, con opciones muy diversas y que rompen con la forma de difundir los contenidos, desligando el contenido del continente; es decir, si el libro era uno con el contenido (papel e impresión en papel sin posibilidades de modificación), hoy el contenido está en diversos formatos y dispositivos, como un elemento independiente: en los anteriores años, un libro tenía un formato, un tamaño de letra, un soporte (el papel), por señalar lo más simple y hoy podemos tenerlo en diversos tamaños de letra, en diversos dispositivos (un teléfono “inteligente”, en la “nube”, en un archivo USB, en un disco, en una computadora) y se puede jugar con sus elementos.

¿Crisis?
“La industria editorial está en crisis, como muchas otras, y cuando menos desde los años ochenta demandantes de una reconversión. Hablar de crisis no significa hablar de una tragedia sino de la necesaria reflexión para el cambio, la modificación de las estructuras. El tema es muy importante pues no es sólo la forma de hacer los libros y responde e impacta, en las formas que adquiere la lectura y, por tanto, en las acciones que debemos emprender para fomentarla. Uno de los preceptos constitucionales más importantes es el derecho a la información; ejercer ese derecho a plenitud sólo podrá hacerse en la medida en que se impulse el desarrollo de las habilidades y de la compresión lectora, responsabilidad básica del Estado. La lectura es uno de los derechos humanos primarios y su ejercicio sólo puede lograrse con una amplia producción de libros y de publicaciones periódicas. El desarrollo de la lectura, el impulso de los libros, de su diversidad, y su acceso, son elementos fundamentales para la equidad en una sociedad. En ese orden de ideas, la industria editorial es una industria estratégica y de interés para el desarrollo del país. Es una actividad cultural y su industria una industria cultural que como tal aporta puntos al Producto Interno Bruto. (Para que nuestros economistas no se preocupen: no es un gasto es una inversión que redunda en el desarrollo de muy diversas habilidades y en mejoras de la productividad.)

Digitar 16
“El fin de semana pasado se realizó Digitar 16, Congreso Internacional sobre el Libro y la Lectura, un espacio de reflexión y de acción verdaderamente interesante. A lo largo de tres días se reflexionó sobre diversos tópicos y, fundamentalmente, sobre la necesaria reconversión de nuestra tarea, sobre la base en un elemento no siempre tomado en cuenta: la innovación. Los expositores aportaron sus saberes para la construcción de una visión más amplia, y a la vez integral, de los retos que tenemos enfrente. No hubo concesiones, se discutieron los fundamentos que soportan la lectura, la industria del libro y se dieron alternativas para su desarrollo y consolidación.

Además…
Hablar de lectura, es hablar de educación, y no debería de haber discusión sobre esa afirmación; sin embargo, una visión más profunda nos lleva a reflexionar sobre qué significa leer. ¿Reconocer los signos lingüísticos? ¿Eso es suficiente? ¿Es la lectura un ejercicio físico como el correr cien metros o 42 kilómetros en diez segundos o en veinte minutos? ¿Qué tiene que suceder para que esa primera acción, la interpretación del signo, se convierta en su comprensión?; en la comprensión de los conceptos, de lo que el otro quiere decirnos, para generar intercambios de ideas, resultado de la reflexión y a su vez, origen. Construyamos entonces una sociedad lectora, única forma de procurar el diálogo, la reflexión; el necesario diálogo que lleva a proyectos de nación: lo contrario, puede tener consecuencias lamentables, seguro.”

Carlos Anaya Rosique
Ciudad de México, a 2 de julio de 2016
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Saludos, feliz día.
Carlos Anaya Rosique
Veracruz, Ver., a 12 de noviembre de 2021
Facebook: carlos.anayarosique
Twitter: @anayacar
www.unical.com.mx

(Advertencia: La única intención de esta columna es llevar al espacio público una serie de reflexiones que buscan aportar elementos para la construcción de propuestas y alternativas de solución de los temas abordados. Esta opinión no intenta ser criterio de verdad.)

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